Domingo, 24 de Noviembre 2024
Cultura | Gracias a la intertextualidad los escritores se ayudan unos a otros a escribir

Carrillo viaja al fondo de la literatura de Pacheco

La intertextualidad en la obra del ganador del Cervantes se analiza en el libro “El mar de la noche”, una investigación que tardó seis años en hacer la crítica

Por: SUN

CIUDAD DE MÉXICO.- José Emilio Pacheco sin duda es el escritor del año. Además de multipremiado y homenajeado, su obra ha sido motivo de innumerables textos publicados a lo largo de 2009, al calor de las celebraciones por los 70 años del escritor y por la obtención de dos grandes premios: el Reina Sofía y el Cervantes.

Sin embargo, aun cuando quizá sea uno de los más importantes ensayos críticos sobre el poeta entre los que han aparecido este año, el libro El mar de la noche (Ediciones Eón/Universidad del Claustro de Sor Juana) no fue publicado para subirse al tren del que sin duda podría llamarse el año de Pacheco.

“Además de un goce estético, su obra me produce un gran goce intelectual. Como dice unos de sus versos, yo no leo a José Emilio Pacheco, me leo en lo que él escribe y así he ido descubriendo qué cosas me ligan a él como lectora y como investigadora”, dice Carmen Dolores Carrillo, crítica literaria y académica que dedicó seis años a investigar, reflexionar y escribir sobre la poesía de José Emilio Pacheco (DF. 1939) para obtener un doctorado en Literatura Hispánica el Colegio de México.

De ese trabajo ha salido El mar de la noche. Intertextualidad y apropiación en la poesía de José Emilio Pacheco, un estudio que, como avisa el subtítulo, se enfoca a explorar la relación de la poesía de Pacheco con textos de otros autores y, de esta manera, aclarar el entramado que forma la compleja poesía de uno de los poetas mayores de la lengua española.

“Gracias a la intertextualidad los escritores se ayudan unos a otros a escribir. Él toma textos de otros poetas, narradores e incluso periodistas y les da un lugar dentro de su propia poesía; pone esos textos en cursivas o a manera de epígrafes y de esta manera hace guiños al lector para que vea con quién establece un diálogo, sobre qué tradición está ironizando, qué critica o a quién homenajea”, dice la investigadora que forma parte de la Universidad del Claustro de Sor Juana.

La intertextualidad, un concepto introducido en la crítica académica por la teórica franco-búlgara Julia Kristeva, ha sido explorado y explotado por Carrillo en su trabajo para alumbrar, entre otras cosas, las diversas y variadas tradiciones poéticas de las que ha abrevado Pacheco para escribir su obra.
 
Los orígenes del poeta coloquial

Aunque puedan sonar semejantes e incluso tomarse como sinónimos, Carrillo explica que hay diferencias entre los conceptos intertextualidad e influencias literarias. “Podemos ver influencias que llegaron conscientes o inconscientes y en el caso de la intertextualidad se da por sentado que el poema es un tejido y que ese tejido lo haces con la lengua que el poeta por supuesto no creó sino que se vale de ella; en la intertextualidad, la originalidad está dada a partir de cómo un texto es incorporado a una obra y se enriquece, y luego cómo esto vuelve a ser tomado por otro autor”.

A partir de ese marco teórico, Carrillo ofrece en su libro, entre otros ensayos, un análisis sobre el diálogo de la obra de Pacheco con una corriente poética vanguardista caracterizada por el uso del lenguaje coloquial, de la que José Emilio Pacheco se ha convertido en uno de los mayores exponentes.

“Ahora hay muchos poetas escribiendo de manera coloquial pero en los años 60 eso causaba un gran problema. El parteaguas fue No me preguntes cómo pasa el tiempo, publicado en 1969, porque toma un tono totalmente distinto de sus poemarios previos. De esa manera Pacheco se inserta en lo que él mismo denominó ‘la otra vanguardia’, a la que pertenecían poetas latinoamericanos como Ernesto Cardenal, Antonio Cisneros o Saúl Yurkiévich, por ejemplo”.

Además de esos poetas, Carrillo hace un análisis de la relación de la poesía de Pacheco con la del nicaragüense Salomón de la Selva, un autor que con El soldado desconocido, publicado en 1922, se convirtió en pionero al introducir en el mundo hispánico los experimentos de una escuela trascendental para la poesía occidental del siglo XX, que entonces ya era vigorosa en el ámbito anglosajón. Así, a través de Salomón de la Selva, y de otros poetas que poco a poco fueron sumándose a esta corriente, comenzó a leerse en Hispanoamérica una poesía a la manera de Auden y Elliot, entre otros coloquialistas de la poesía en inglés.

El diálogo de Pacheco con todo aquello se hace evidente en el estudio de Carmen Carrillo que, aun cuando es una tesis doctoral, está escrito con una claridad recomendable para lectores no especializados en crítica literaria.

“Esa parte vanguardista de José Emilio entre los años 60 y 70 no fue bien recibida del todo por los críticos. Hubo reseñas de los poemarios en las que se lo criticó acremente, y es que los poemas están travestidos de oralidad y sus ritmos a veces engañan al lector porque éste puede pensar ‘ay, pero si así hablamos’. Es un lenguaje que parece demasiado simple pero no lo es; en esos poemas Pacheco está diciendo mucho más”, comenta la investigadora sintetizando lo que en su libro está detalladamente explicado.
 

El traductor-creador

A lo largo de su investigación, Carrillo descubrió detalles de la obra de Pacheco que inevitablemente la sorprendieron.

“Una de esas cosas fue ver que él utiliza mecanismos que utiliza para crear sus poemas al hacer sus aproximaciones a traducciones -explica la investigadora-. Entonces me surgió una gran pregunta: ¿son traducciones? Por supuesto que no lo son. Como en sus poemas, a veces él sólo toma algún verso del original y lo demás que pone es suyo, así que fui explorando una ejercicio de la traducción en el que él apuesta no por traducir sino por crear más poesía en español. Toma la traducción como creación a la manera de Octavio Paz, pero creo que en el caso de José Emilio Pacheco esta idea se radicaliza sobre todo en su trabajo como traductor de traducciones”.

Para Carmen Dolores Carrillo, el caso de los haikús traducidos por Pacheco a partir de otras traducciones es revelador para comprender su quehacer como traductor-creador.

“Él no lee japonés y entonces hizo sus aproximaciones de traducción a partir de traducciones del inglés y del francés. Utilizó una forma ‘bárbara y salvaje’, para decirlo en los términos que él mismo usa, y el resultado ¿es una traducción? ¿En qué sentido? ¿Qué se propone? Eso es parte de la intertextualidad de su obra: en sus aproximaciones no leemos una traducción fiel del japonés, pero tenemos un acercamiento a esa tradición clásica de la poesía oriental a partir de un gran poeta que la percibe de una manera determinada y lo que nos ofrece es nueva poesía surgida a partir de la lectura de esos haikús, del diálogo con esos haikús”, comenta la investigadora.

Hoy por hoy José Emilio Pacheco aún no publica el prometido libro con la reunión de sus aproximaciones de traducciones, algo que quizá haya pospuesto un poco más debido a este ajetreado año de celebraciones. Cuando el volumen aparezca, según Carmen Carrillo, ésa será una cantera para continuar estudiando más intertextualidades en la poesía de José Emilio Pacheco.
“Hay que seguir hurgando en la apropiación que ha hecho de algunas tradiciones. Esto es tan vasto que incluso él se ha ocupado de tradiciones que nos parecen tan lejanas como la antigua poesía japonesa escrita exclusivamente por mujeres o la poesía creada por indígenas norteamericanos. Sobre todo eso y mucho más se ha ocupado Pacheco y es el terreno sobre el que otros críticos e investigadores deben trabajar”, concluye Carmen Dolores Carrillo para quien, contra lo que se podría pensar después de tanto texto coyuntural publicado sobre Pacheco a lo largo de este 2009, aún hay muchas cosas que estudiar en torno a la obra del poeta.
 

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