Autores ponen a bailar al público en el Jam de Escritura

GUADALAJARA, JALISCO (04/DIC/2011).- “El Jam es el futbol de la literatura” teclea su creador Adrián Haidukowski, mientras en la pantalla ubicada al frente del auditorio se observa lo que el escritor argentino está viendo en su Mac Book. Y sigue: “ocurre que una frase es festejada como un gol cuando es buena, y abucheada cuando ‘biene’ con falta de ortografía”. El público ríe y aplaude. Haidukowski borra, vuelve a teclear ya sin error, y continúa: “y pone al escritor un poco como rockstar”. Punto y aparte.

A su lado, el escritor Alberto Ruy Sánchez también sigue la proyección de este Jam de Escritura. De vez en cuando le hace un comentario a Adrián, del que solo se enteran los que están sentados al frente, pues la atmósfera del salón 4 de la Expo Guadalajara está ocupada por la selección de música del DJ tapatío Lumen Lab (Diego Martínez).

“El jam nació en Bs As (Buenos Aires) en el 2007 como un juego, como una forma de hacerle frente a muchas cosas, entre ellas la no publicación de nuevos autores, y el primer evento solo había 15 personas en un barcito de Palermo, hoy estamos en muchas ciudades, pasaron más de 150 autores de todo el mundo, y eso me llena de alegría”, explicó Haidukowski en el mismo lenguaje escrito y digitalizado.

El tono de la improvisación de escritura en vivo fue de burla y de juego. Adrián explicó que en cada ciudad adquiere un carácter distinto: en Buenos Aires la gente se emborracha, “es la única manera de que les guste la literatura”; en Venezuela todo es más político; en Barcelona más intelectual; en Estados Unidos no existe.

La historia que a continuación empezó a narrar Haidukowski con sus dedos empezó así: “El otro día me desperté convertido en un alienígena ¿te pasó alguna vez Ruy?”, el escritor mexicano le contesta. “(Dice que en el último jam). Justo ese día venían unos techistas a arreglar el techo (menos mal). Eran padre e hijo. Techos y CIA. Llegaron al mediodía, parecían amables y no les importó mi estado de alienígena. Me dijeron que en dos o tres días terminaban. Yo salí a la calle a hacer las cosas que hace un alienígena en la calle. Comprar pan, tomar un café, colgarse de los semáforos desnudo. Esas pavadas”.

El relato incluso estuvo ilustrado con un video de YouTube, ventana a la que Adrián se trasladó después de contar su encuentro con otro amigo alienígena: Steve Jobs. Los treinta segundos de imagen (http://www.youtube.com/watch?v=0VW49YKs0UM) colgados en el canal de videos más visto de la red, mostró un supuesto alien surgido de la combinación de dos manzanas del logo de Apple. Los aplausos del público volvieron a sonar. “Esto es posmodernismo”, escribió Haidukowski en la barra buscadora de YouTube.

Cuando Ruy Sánchez tomó el lugar de Adrián frente a la misma computadora (con una música sacra un tanto lúgubre de fondo), el escritor advirtió su torpeza con los dedos en el teclado. Y en efecto, durante su participación se dejaron ver varios errores de dedo en la pantalla, a los que Alberto decidió hacer caso omiso.

Después de agradecer y llenar de elogios a la productora Tai La Bella, Ruy Sánchez contó la historia de su primera intervención en un Jam de Escritura. También recordó a su amigo tapatío ‘El Tirantes’, de quien escribió: “cuando entraba al Salón Veracruz, antes de que el salón Veracruz se cayera para arriba y se pusiera elegante y empeorara la música y la dueña de la orquesta muriera, cuando llegaba 'El Tirantes' suspendían lo que estaban tocando y comenzaba ‘La Cumbia del Tirantitos’”.

Para ese entonces la música ya había pasado por una transición radical, y empezaron a sonar las cumbias en el salón. El escritor no dudó en dejar su puesto y pararse a bailar frente a la pantalla, festejo al que se unieron cerca de 15 personas del público, mientras que el resto acompañó con las palmas.

“Señoras y señores esto es literatura!!”, tecleó Adrián Haidukowski, “Esto es un verdadero Jam de escritura!!!/ Impresionante… / Nunca antes tanta improvisación, mejor que en Barcelona, Caracas y todo el mundo!”.

EL INFORMADOR /EUGENIA COPPEL