Amor y vampiros en una exposición sobre Edvard Munch

VIENA, AUSTRIA.-Amor, muerte, vampiros y mucha oscuridad. Una gran exposición indaga en Viena sobre la presencia de lo inquietante en la pintura, desde Francisco de Goya hasta el expresionista Edvard Munch, con algunos de los mejores lienzos del pintor noruego.

"Les prometo que no olvidarán esta exposición tan pronto", advirtió el comisario de "Edvard Munch y lo inquietante", Michael Fuhr, sobre lo que iba a encontrar el visitante en un particular viaje a las raíces de lo siniestro, que se podrá ver hasta el 18 de enero en el museo Leopold de Viena.

"El trabajo con la difícil representación del miedo dio alas a la fantasía de los artistas. Lo oscuro, lo misterioso, la parte oculta de la realidad siempre ha fascinado a los artistas", aseguraron los organizadores de la muestra.

La exposición comienza con Giovanni Battista Piranesi  como el primer representante de un simbolismo que iba más allá de la realidad, continúa con Goya , James Ensor  y otros artistas visionarios, para llegar hasta Alfred Kubin y Munch.

De los más de doscientos cuadros que forman la exposición, los casi cuarenta procedentes del Munch Museum de Oslo representan lo mejor de la muestra.

"La Madonna", que representa a una mujer de cabellos largos y negros con el torso desnudo, y "El vampiro", alimentándose de la sangre de su víctima, se encuentran entre lo más inquietante de la exhibición.

También destacan "Miedo", uno de sus cuadros más conocidos, y una litografía en blanco y negro de "El grito", todo un icono del siglo XX y un símbolo de la angustia humana.

En todos los trabajos de Munch se puede rastrear angustia, soledad y desolación, además de cierto erotismo diluido como se aprecia en "El vampiro".

La exposición está organizada de forma cronológica y temática, con galerías dedicadas a "Los símbolos del inconsciente", "Los espíritus de la noche", "Sueños y pesadillas", "Miedos" y "Lo oculto".

En "Sueños y pesadillas" destacan seis grabados de Goya, procedentes del Museo Regional de Alta Austria y que pertenecían a la colección privada del pintor Alfred Kubin.

Entre estos grabados destaca "El sueño de la razón produce monstruos", y "Disparate desenfrenado", dos de sus obras más conocidas