GUADALAJARA, JALISCO (07/ABR/2017).- Vecinos de Analco se congregaron hoy en los templos de San José y San Sebastián, en el corazón de la colonia, para ser partícipes de la develación de los Altares de Dolores, con motivo de la llegada de la Semana Santa. Este tipo de tradiciones, que datan desde el siglo XVIII, ayudan a reforzar la identidad de cualquier comunidad, asegura el investigador de arte popular y organizador de los altares, José Hernández. Esta es de las primeras actividades de la Primera Gran Procesión de Silencio y Vida Dolorosa 2017 en el barrio de Analco, que se llevará a cabo del seis al 16 de abril, con una serie de eventos y celebraciones. "Esto convoca a una convivencia, el encontrarse en lugares comunes, en este caso dentro de los templos y plazas, es un encuentro social; aparte, la belleza de los altares despierta los sentidos e invita a disfrutar del arte". El investigador señaló que las actividades artísticas promueve el encuentro entre los vecinos, para que apropien sus espacios, como plazas públicas y jardines, y se apropien de ellas. Además de los altares que se colocaron en las iglesias, los vecinos hicieron alrededor de 12 en diferentes viviendas, como una tradición más de la época, con toda la simbología de cada pieza que los conforma. El investigador explicó, por ejemplo, que el papel picado color morado representa el luto y la tristeza de María, mientras que las cortinas de tela blancas, la pureza de la Virgen. Los altares son puestos en gradas que representan el calvario y junto a ellas aparecen naranjas agrias con banderas doradas, las cuales tienen que ver con el agrio sentimiento de la muerte de Cristo y estandartes de gloria que anuncian la resurrección. También incluyen pequeñas macetas con germinados de trigo, chía y lenteja, que son los frutos de la Primavera y "la nueva vida que trae Cristo". "Esto hace muchos años se convierte en turístico y social; la connotación sí es religiosa, con base a la Virgen de los Dolores, pero la fiesta no fue impuesta por la iglesia ni por los frailes, sino que fue cosa de civiles; todo empezó en las casas, donde ponían los altares". Como parte de la tradición, las personas que tienen altar en su casa, o en este caso, las iglesias, ofrecen a los visitantes agua de limón con chía, que representa las lágrimas de la Virgen y agua de jamaica como la sangre de Cristo. EL INFORMADOR / THAMARA VILLASEÑOR.