Martes, 26 de Noviembre 2024
Cultura | Se considera como un hombre profundamente religioso, de personalidad intensa, quizá analfabeta

A dos mil años de su muerte no hay aún una descripción de Jesucristo

Otro de los argumentos que se han esgrimido en contra de la existencia histórica de Jesús

Por: NTX

CIUDAD DE MÉXICO.- Aunque en la Biblia no se hace una descripción física concreta de Jesús, resulta interesante cómo en los evangelios apócrifos el cuerpo del llamado hijo de Dios llegó a adoptar diversas formas.  

Su descripción se ha limitado, hasta hoy, a considerarlo como un hombre profundamente religioso, de personalidad intensa, quizá analfabeta y con gran entusiasmo moldeado por la fe del Israel de su tiempo.  

Historiadores, clérigos, seguidores y estudiosos en general de la vida y el pensamiento de este hombre, sobre cuyas ideas expresadas en parábolas y acciones recogidas en los evangelios y otros textos, han dedicado su vida al descubrimiento de la identidad, tanto física como humana del hombre más importante de la historia.  

El reportaje "¿Quién fue Jesús? Misterios del hombre más importante de la historia", publicado en la revista "Quo" de abril, parte de la interrogante de ¿por qué si se trató de una persona de tal trascendencia no existe una biografía fidedigna de él?  

"No deja de ser sumamente extraño que, precisamente, el hombre más influyente en el pensamiento occidental no haya dejado ningún testimonio de su puño y letra", como se tienen de muchos otros profetas del Antiguo Testamento, expresa la publicación al citar a Wolfgang Trilling, autor de "Jesús y los problemas de su historicidad".  

Una hipótesis manejada es que pudo haber sido analfabeta, lo que explicaría la ausencia de una documentación personal, pero que no ayuda en la tarea de los investigadores que intentan darle forma a una biografía histórica con los textos existentes, entre otros motivos, porque algunos incurren en francas contradicciones.  

Otro de los argumentos que se han esgrimido en contra de la existencia histórica de Jesús, es el hecho de que si se tratara de un hombre de probada influencia, se esperaría que otros escribanos y cronistas de la época le hubieran dedicado espacio en sus textos.  

Incluso durante los primeros años de la iglesia no hubo acuerdo sobre una sola biografía del llamado hijo de Dios. Las versiones eran muy variadas y su contenido no coincidía.  

El acuerdo no existió hasta que Anastasio, obispo de Alejandría, declaró en el año 367 que sólo había cuatro evangelios oficiales (Marcos, Mateo, Lucas y Juan), en los que se pasó a conformar la historia oficial. 

De acuerdo con los historiadores, estos evangelios, que califican no como libros de historia sino como testimonios de fe, son fuentes discordantes, e incluso contradictorias entre sí en la interpretación de un personaje que se "les impone como real".  

De ahí que se ha considerado como valiosas fuentes de información a los textos que en su momento fueron descartados, considerados no oficiales y que también son testimonios de fe, como lo son los evangelios de Judas, María de Magdala, Santiago, Tomás y Pedro, entre muchos otros.  

Estos textos han sido conocidos también como pseudoepígrafos (atribuidos a) y se considera que es una de las principales consideraciones tomadas en cuenta para su exclusión, no porque fueran secretos, sino porque se buscaba unificar criterios.  

El estudio e interpretación de estos evangelios apócrifos ha ayudado a conformar rasgos del Jesús histórico, y han alimentado un debate teológico y académico por generaciones en relación a su lado humano y al sobrenatural.  

Al respecto, el historiador especialista en el primer siglo de la era cristiana, Antonio Piñeiro, indica que estos documentos son una fuente de información siempre y cuando se respete el rigor de la investigación.  

En ellos, dice, es posible reconocer tanto al personaje histórico de Jesús como su figura mítica. De el conjunto documental de las fuentes cristianas, se probaría con plena evidencia que en la génesis del fenómeno cristiano son perfectamente identificables dos referentes distintos.  

Un referente existencialmente real, auténtico y razonablemente datable como Jesús y un falso referente sobrenatural e inexistente, es decir, un ente puramente mental conocido como el "Cristo de la fe", añade.  

Uno de los documentos más polémicos, es el evangelio de María de Magdala, precisamente porque muestra el lado más humano de Cristo y  arroja luz respecto a la concepción sobre la mujer que pudo haber tenido.  

Su importancia histórica radica en que permite apreciar el entorno de algunos debates cruciales sobre la autoridad de la tradición apostólica, la experiencia profética y el liderazgo de la mujer.  

Otro de los evangelios apócrifos que más han dado de qué hablar es el del Judas, por ofrecer sino revelaciones sobre Jesús sí una imagen totalmente distinta a la tradicional de él mismo como traidor, al aparecer como el único capaz de comprender el mensaje profundo de Cristo. 

El texto integra un diálogo entre Jesucristo y Judas en el que desvela el origen del mundo y cuál será el origen de la humanidad cuando lleguen los últimos tiempos.  

Estas lecturas coinciden con la doctrina gnóstica que tiene como una de sus tesis principales que el cuerpo está separado del espíritu y de ahí que la única manera en que éste pueda liberarse de aquel es mediante el autoconocimiento.  

De esta forma, Piñeiro concluye que Jesús fue un individuo profundamente religioso, ya que su personalidad fue intensa y entusiasta moldeada por la fe del Israel de su tiempo, plenamente judía, pues se atiene a las creencias y culto de su pueblo.  

Asimismo, describe Piñeiro, Jesús fue atraído por la personalidad de Juan, "El Bautista", del cual además toma algunos de sus principales motivos de predicación; que reunió a un grupo de discípulos cuyo núcleo estuvo compuesto por 12 personas.  

Otras características conocidas es que utilizó la parábola para comunicarse, que mantuvo polémicas con otros personajes religiosos de su tiempo, que fue arrestado y decidida su ejecución por motivos de índole socio-políticos y que murió en tiempos de Tiberio, crucificado, por los romanos, junto con varios bandoleros.  

Para Piñeiro, queda pendiente la duda milenaria si este Jesús histórico se asumió como el "Mesías de Israel", asunto de relevancia en torno a la posible conciencia que pudo haber tenido con respecto a haber sido hijo de Dios.  

En ese sentido, el investigador expresó la posibilidad de que sí se haya creído como el "Mesías", aunque con muchas connotaciones, por la evolución y radicalización religiosa que lo llevó desde la posición de un mero discípulo de Juan, hasta considerarse, al menos, el único mediador de la inminente llegada del reino de Dios. 

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