Dolores Martínez de Anda, mejor conocida como Lola Álvarez Bravo, es una figura monumental en la historia de la fotografía mexicana. Nacida el 3 de abril de 1903, en Lagos de Moreno, Jalisco, y fallecida el 31 de julio de 1993, Lola es considerada la primera fotógrafa del país, dejando un legado inmenso que documenta y celebra la cultura, el arte y la vida cotidiana de México a lo largo del siglo XX. Su obra y vida reflejan un espíritu independiente y una dedicación inquebrantable a su arte, convirtiéndola en una de las figuras más destacadas del renacimiento artístico post revolucionario nacional.Lola Álvarez Bravo nació en una familia adinerada y conservadora. Desde una edad temprana le enseñaron las costumbres y tradiciones que se esperaban de las mujeres de su época, como servir el té y hornear pasteles decorados. Sin embargo, Lola siempre mostró una actitud autónoma y rebelde, desafiando las expectativas sociales y buscando un camino único en la vida.La muerte de su padre cuando era niña marcó un punto de inflexión en su vida. Junto a su hermano, se mudó a la Ciudad de México para vivir con su tío. Este nuevo entorno fue fundamental para su formación, ya que aquí conoció a Manuel Álvarez Bravo, un joven que se convertiría en su esposo y mentor. En 1924, se casaron y se trasladaron a Oaxaca, donde Lola tuvo su primer acercamiento serio a la fotografía, asistiendo a Manuel en su trabajo y aprendiendo los fundamentos del oficio.Comenzó su carrera profesional en un momento crítico, cuando Manuel cayó gravemente enfermo y ella tuvo que completar un proyecto fotográfico para la revista “Mexican Folkways”. Este encargo fortuito le permitió demostrar su talento y determinación, consolidando su carrera como fotógrafa independiente. Tras separarse de Manuel después de diez años de matrimonio, Lola decidió mantener su apellido profesional y se mudó con la pintora María Izquierdo, comenzando así una nueva etapa en su vida y carrera.En 1944 presentó su primera exposición en la que se exhibieron 28 fotografías de su autoría. Entre 1940 y 1950, Lola Álvarez Bravo impartió el Taller Libre de Fotografía en la Escuela Nacional de Artes Plásticas y trabajó en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. En 1951, publicó el libro “Acapulco en el sueño”, en colaboración con el escritor Francisco Tario.En esos años, instaló un estudio fotográfico en la Colonia Juárez, espacio que después se convertiría en la Galería de Arte Contemporáneo, donde organizaría múltiples exposiciones entre la que destaca la única en vida de Frida Kahlo denominada “Frida y su mundo”, esto en 1953. La amistad y colaboración con Frida resultaron en una serie de retratos íntimos y poderosos de la icónica pintora, que hasta hoy son considerados algunas de las imágenes más emblemáticas de Kahlo. Además, su trabajo como jefa del Departamento Fotográfico del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) en los años sesenta la llevó a registrar la obra de destacados pintores y a promover el arte mexicano en diversas plataformas.Trabajó en la revista “El Maestro Rural”, editada por la Secretaría de Educación Pública. A través de esta publicación, viajó por todo México documentando la vida en escuelas, granjas, fábricas, hospitales y orfanatos. Sus fotografías ofrecieron una visión profunda y humana de la vida cotidiana en México, destacándose por su enfoque documental y su capacidad para capturar la esencia de las personas y lugares que fotografiaba.Colaboró con numerosos artistas y fotógrafos influyentes, incluyendo a Diego Rivera, Rufino Tamayo y David Alfaro Siqueiros. Estas colaboraciones enriquecieron su visión artística y le permitieron experimentar con diferentes estilos y técnicas. Entre sus influencias se encuentran fotógrafos como: Edward Weston y Henri Cartier-Bresson, cuyas obras la inspiraron a explorar la fotografía documental y el fotomontaje.En 1965, realizó una exposición de retratos de artistas reconocidos de aquella época, la cual se tituló “Galería de mexicanos: 100 fotos de Lola Álvarez Bravo”.Su estilo se caracteriza por su enfoque humanista y su habilidad para capturar la esencia de sus sujetos. Sus retratos, llenos de dignidad y realismo, jugaban elegantemente con las luces y sombras, destacando tanto las cualidades formales de la luz como un tratamiento visual auténtico de la cotidianidad. Capturó imágenes que narran la vida cotidiana de diversas comunidades, desde las zonas rurales hasta los bulliciosos centros urbanos. Sus fotografías de escuelas, hospitales, fábricas y granjas no sólo documentan estos lugares, sino que también ofrecen una mirada introspectiva a las condiciones sociales y culturales de la época. A través de su lente, Lola Álvarez Bravo creó una biografía visual del México del siglo XX, ofreciendo una perspectiva única y valiosa sobre la vida y la cultura del país.Lola también fue pionera en el uso del fotomontaje, una técnica que le permitió crear collages visualmente impactantes que reflejaban temas de industrialización y urbanización. Estos montajes, cargados de ironía y crítica social, demostraron su habilidad para combinar elementos visuales de manera innovadora y efectiva.A lo largo de su carrera recibió numerosos reconocimientos y premios por su contribución a la fotografía y el arte mexicano. Presentó su primera exposición individual en 1964, y sus fotografías han sido publicadas y expuestas tanto en México como en Estados Unidos. En 1965, se celebró una importante retrospectiva de su obra en el Palacio de Bellas Artes, y en 1992, otra significativa exposición tuvo lugar en el Centro Cultural Arte Contemporáneo.En noviembre de 1985, se colocó una placa con su nombre en el Teatro Degollado de Guadalajara, Jalisco, y se inauguró una exposición con alrededor de 80 de sus fotografías. Lola se retiró de la actividad profesional en 1989, pero su influencia y legado continúan vivos, inspirando a nuevas generaciones de fotógrafos y artistas.En marzo de este año, el Centro Universitario de los Lagos inauguró una Casa Universitaria en honor a Lola Álvarez Bravo. Ubicada en el centro histórico de Lagos de Moreno, este espacio celebra la vida y obra de la primera fotógrafa mexicana y busca ser un lugar de encuentro, aprendizaje y crecimiento para la comunidad.Durante la XI Feria Internacional de las Humanidades y Ciencias Sociales del Centro Universitario de los Lagos, se otorgó post mortem el Galardón Carlos Terrés a Lola Álvarez Bravo. La reconocida estatuilla Metztli fue recibida por su bisnieto, Manuel Álvarez Bravo. Este reconocimiento subraya la importancia de Lola como una figura central en la historia de la fotografía mexicana y su impacto duradero en el arte y la cultura del país.En la ceremonia, la rectora del CULagos, Gloria Angélica Hernández Obledo, habló sobre la intención de reconocer a las artistas de la región y destacó la importancia de Lola Álvarez Bravo: “Tenemos a una primera fotógrafa mexicana que tiene proyección internacional y que está al nivel de grandes artistas que hemos reconocido: Frida Kahlo o María Izquierdo, en su época a las mujeres no se les reconocía, se les reconocía más a los esposos y que también ellas son igual de buenas, brillantes y talentosas”, enfatizó.El bisnieto de la artista expresó su deseo de que Lola reciba el reconocimiento que merece: “Realmente yo estoy encantado de todo este tipo de eventos... donde se pueda reconocer a Lola como es... una gran persona del mismo calibre que Frida Kahlo y estoy abierto a mil y un eventos iguales a este”.Lola Álvarez Bravo fue una pionera y visionaria de la fotografía mexicana, cuya obra continúa resonando con su humanidad y realismo. Desde sus humildes comienzos en Lagos de Moreno hasta su reconocimiento internacional, Lola demostró una determinación inquebrantable y una pasión por capturar la esencia de México a través de su lente.